África es un continente en cambio permanente, que en los últimos 15 años ha mejorado todos sus índices, a pesar de los cual estos siguen muy por debajo de los estándares aceptados. Todos los datos que vamos a exponer aunque reflejan un cuadro preocupante, suponen una espectacular mejoría con respecto a los datos de la primera década del presente siglo.

Trabajar en África subsahariana como médico, requiere tener en cuenta un conjunto de dimensiones que superan ampliamente la visión basada en enfermedades prevalente en los climas tropicales o subtropicales.

África es un continente donde conviven 54 países muy diversos en sus lenguas, culturas, religiones, tradiciones y valores. La población global del continente es 927 millones de habitantes. El abandono rápido de las zonas rurales está creando “megaciudades” con la mayoría de sus barrios degradados. Estas ciudades en rápida expansión incorporan ya el 37% de la población africana y suponen una nueva realidad sanitaria contrapuesta a la medicina rural predominante hasta hace poco.

La esperanza de vida al nacer es de 58 años, pero cabe recalcar como se ve en la gráfica I, que algunos países ni siquiera llegan a los 50 años. Es decir se sitúan entre 20 y 30 años por debajo de la esperanza de vida de nuestro país.

La pregunta es sencilla ante esta realidad ¿Qué subyace detrás de ella?

En primer lugar la pobreza. El porcentaje de población que vive con 1 $ día, representa el 47% de la misma. La consecuencia inicial es la inseguridad alimentaria (la población tiene una sola comida por día y frecuentemente una cada 2 días) y por tanto el riesgo de desnutrición es permanente. Otra consecuencia especialmente grave es la gran dificultad en la accesibilidad a los servicios de salud, dado que estos en su inmensa mayoría son de pago, lo cual promueve la medicina tradicional alejando a la población de tratamientos efectivos.

En segundo lugar una mortalidad infantil elevadísima, tal como refleja la gráfica II. Esta viene dada por infecciones comunes (ej. neumonías) y todas con tratamientos o vacunas efectivas. La mortalidad perinatal contribuye también a esta cifra tan elevada. Las Enfermedades Olvidadas Tropicales y el deterioro de salud que conllevan, la desnutrición junto con la baja accesibilidad a los Servicios de Salud explican en parte esta mortalidad de enfermedades tratables.

En tercer lugar la mortalidad maternal con 542 mujeres fallecidas por cada 100.000 niños nacidos vivos. Causas tratables como las hemorragias post partum, abortos, sepsis, eclampsias o causas ajenas al embarazo como la malaria grave lideran esta mortalidad maternal. Otra vez, detrás de estos procesos todos tratables, se vuelve a encontrar la baja accesibilidad a los Servicios de Salud.

En cuarto lugar, nuevas enfermedades emergentes, como las enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, cáncer o accidentes, enfermedades todas ellas en rápida expansión carecen simplemente de especialistas y recursos.

En quinto lugar la carencia de profesionales, tanto médicos, enfermeros o comadronas tal como se refleja en la grafica III. La media mundial de médicos es de 13.9 profesionales por 10.000 habitantes, y en Europa y Estados Unidos >21%, lo cual contrasta con la cifra de 2.7 médico del África Subsahariana. Estos supone que el 47% de la población que vive con 1 $ /día no solo no puede pagarse la asistencia (que como norma no es gratuita) sino que carece de profesionales para atenderles. Esto mismo sucede con enfermeras y comadronas, pero cuando se habla de dentistas y farmacéuticos las cifras son apabullantes, no alcanzan el 0.8 por diez mil habitantes. La falta de profesionales en todos los ámbitos, reflejan la ausencia de facultades y escuelas universitarias en número suficiente para formar a la masa crítica de profesionales que estos países necesitan.

Estas carencias descritas en sanidad se encuentran también en otros campos, como la abogacía, faltan censos poblacionales fiables, así como documento como nuestro carnet de identidad que te hacen pertenece a una sociedad con derechos y deberes. Estas carencias hacen que la ley tradicional no escrita, siga vigente y sea insustituible entre las poblaciones vulnerables.

Finalmente y en sexto lugar no se deber de olvidar la cultura de estos países, donde el mundo real y el mundo del más allá coexisten y se influencia continuamente. En este contexto las enfermedades no se explican por agentes etiológicos sino por hechicería, y donde la medicina tradicional, única accesible para muchos habitantes de estos países subsaharianos, combina remedios locales con rituales anti-embrujos. Son frecuentes tribunales para juzgar las prácticas de hechicería y cárceles específicas para los hechiceros. La medicina moderna basada en evidencias, difícilmente se abre caminos en este contexto.

Trabajar en el África Subsahariana como médicos, no solo es trabajar con enfermedades tropicales, es también trabajar con enfermedades comunes en nuestro medio, es considerar la protección de la mujer y de la infancia una prioridad insoslayable, es colaborar con sus universidades en todos los ámbitos, es preparar especialistas que cubran las necesidades sanitarias emergentes de estas poblaciones, y es investigar nuevas estrategias que permitan tratar y erradicar las Enfermedades Olvidadas, substrato sobre el que descansa la espiral, enfermedad, pobreza.

Autor: Dr. Guillermo Vazquez Mata

Los datos han obtenido de:

WHO: “Atlas of African Health Statistics 2016”

Health situation analysis of the African Region

Editado por WHO: African Health Observatory. Better information, better action on health WHO