Vivimos en una sociedad altamente tecnificada y consumista en la que la publicidad representa un arma poderosa para llamar la atención respecto al producto ofertado. La tecnificación, el consumo y la publicidad han alcanzado también al acto médico. El ejercicio médico se ha convertido en una actividad cada vez más competitiva, con una instrumentación costosa y, en ocasiones, necesitado de publicidad para poder hacer frente a los costes de la actividad profesional.

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